Invasiones Inglesas

La Invasiones Inglesas (1806- 1807):

Hubo dos invasiones:

La Primera Invasión Inglesa de 1806, en la que las tropas británicas ocuparon la ciudad de Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata, para ser vencidas 45 días después por un ejército proveniente de Montevideo comandado por Santiago de Liniers, al que se sumaron milicias populares porteñas, en un proceso conocido como la Reconquista.
Después de este primer triunfo sobre los ingleses se produjeron hechos de trascendencia en el Río de la Plata. Acéfalo el gobierno por la ausencia del virrey y desprestigiados muchos militares españoles por la actitud que habían tenido, era evidente que solo al pueblo le correspondía el triunfo. El Cabildo Abierto resolvió la práctica destitución del virrey Sobremonte (con la oposición del obispo Lué y los miembros de la Audiencia) y también la organización de cuerpos de milicia para defender Buenos Aires (ver recuadro). En octubre de 1807, las milicias contaban con unos 8.500 hombres, siendo de ellos más de 5.000 nativos americanos.

La Segunda Invasión Inglesa de 1807, en la que las tropas británicas, luego de tomar Montevideo, fueron rechazadas cuando intentaron ocupar Buenos Aires, por las fuerzas defensoras, que se componían no sólo de las tropas oficiales al servicio del rey español, sino también de numerosas milicias urbanas, integradas por la población nativa a quienes se había armado y organizado militarmente durante el curso de las invasiones; el proceso es conocido como la Defensa.

  La resistencia del pueblo y su participación activa en la Reconquista primero y al año siguiente en la Defensa, aumentó el poder y la popularidad de los líderes criollos e incrementó la influencia y el fervor de los grupos revolucionarios. Quedó en evidencia la incapacidad de la metrópoli española de defender a sus colonia.

El rechazo de las invasiones inglesas traería importantes consecuencias para las colonias españolas y abriría el camino hacia la independencia.
El levantamiento del pueblo de Buenos Aires contra el invasor, su organización en milicias armadas y la práctica imposición de un gobierno propio en estas circunstancias, reflejó por un lado la debilidad del sistema político vigente, y por el otro, permitió adquirir conciencia al pueblo de sus propias fuerzas.

El poderoso y aguerrido ejército inglés había sido derrotado por milicias en su mayoría criollas. A pesar de que la dirección del proceso había quedado en manos de sectores opositores a la independencia, como los que expresaban Alzaga y Liniers, nadie dudaba que tanto la reconquista como la heroica defensa habían sido victorias del esfuerzo popular y era evidente que la fuerza principal era criolla, habiendo hecho su bautismo de fuego quienes se destacarían para dirigir el futuro ejército patrio.

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